LO REAL Y LO IMAGINARIO

Nuestro cerebro no establece diferencias entre un hecho imaginario y un hecho real.
Llamo «real» al hecho que viene del exterior, a una situación que se vive, que se ve, que se oye, que se puede percibir de manera sensorial. Por el contrario, un hecho «imaginario» es de orden cognitivo, es una cosa en la que se piensa, que se imagina o que se evoca.

El cerebro, por tanto, no establece diferencias entre estos dos tipos de hechos. Cuando se vive un hecho o cuando se evoca, el cuerpo segrega unos mismos ácidos, suda, tiene las mismas palpitaciones; y, en el plano emocional, tiene la misma alegría o la misma tristeza, ira, vergüenza, etcétera. La emoción es idéntica.

Esta observación tiene unas consecuencias que pueden ser de primera magnitud en el proceso del comienzo de la enfermedad. Cuando sobreviene un hecho exterior, como de hecho están sobreviniendo en cada instante de nuestra existencia, el hecho es coloreado, teñido, más o menos deformado, por nuestra subjetividad, por nuestro mundo interior. Reconstruimos lo real de manera constante. Este hecho atraviesa en nuestra bio-diana el círculo del pensamiento. En ese instante se identifica, se califica, se asocia con recuerdos.

Contemplo una pintura que no había visto nunca. Simples manchas de color. Consulto el nombre del pintor y veo que es Gauguín, Picasso o Miró. El cuadro, que es el mismo que hace unos segundos, me produce inmediatamente un impacto emocional completamente nuevo: «¡Ah! Es un Picasso; qué fuerza tiene...».

En el mismo orden de ideas, el narrador de El principito cuenta: «Cuando yo era niño, vivía en una casa antigua, y se decía que había en ella un tesoro escondido. Claro que nadie había sido capaz de encontrarlo, y quizá no lo habían buscado siquiera. Pero encantaba toda la casa. Mi casa tenía un secreto oculto en el fondo de su corazón...».

Por tanto, nosotros no nos relacionamos con un mundo exterior objetivo, cuantificable y reproducible, sino con una idea, con una construcción interna, con una recreación interior del mundo exterior... A menos, quizá, que alcancemos un «despertar» como el que ha descrito, entre otros, Buda. Se trataría de un estado de conciencia del presente desembarazado de los filtros interpretadores personales... A falta de alcanzar este estado de la con ciencia, el ser humano pone etiquetas, interpreta, atribuye un sentido, y no reacciona al mundo exterior sino a este sentido. No por ello deja de ser la etiqueta completamente imaginaria, virtual, arbitraria, aleatoria. Esta engendra una emoción qué puede ser agradable o desagradable, en virtud del sentido que se atribuye al hecho.

Epicteto escribió en su Manual que «lo qué| perturba a los hombres no son las cosas, sino las' opiniones que ellos tienen de estas. Por ejemplo, la muerte no es un mal en absoluto. Pero la opinión que se tiene es que la muerte es un mal; y este es el mal. Así pues, cuando estemos contrariados, perturbados o tristes, no acusemos a nadie más que a nosotros mismos, es decir, a nuestras opiniones».

Ya sea el hecho de origen real (externo) o imaginario (interno), la emoción será real y evocará una respuesta biológica real, por ejemplo en forma de tumor, de úlcera, de contracción muscular u otras.
Así, se puede gastar una broma pesada a un amigo diciéndole que se ha visto a su pareja paseando del brazo de un desconocido... El que oye esto puede sentir que el corazón se le acelera, o que le sale espuma por los labios, o que se hinchan las venas del cuello, etcétera. Todo ello a pesar de que al cabo de tres minutos se le dirá que todo ha sido una broma absolutamente inventada. Lo determinante es la representación de la cosa, más que la cosa en sí.

LA EMOCIÓN ESTÁ ASOCIADA A NUESTRA REALIDAD BIOLÓGICA

En la Descodífícación Biológica estudiamos las funciones arquetípicas de la piel, de las glándulas suprarrenales, del hígado, de la vejiga... Buscamos cuál es el arquetipo para cada órgano. Por ejemplo, para la vejiga, se trata de marcar el territorio, como lo hace el perro, el leopardo y otros muchos animales.

Así, cuando viene a consultarme una mujer con un problema de cistitis, yo me pregunto quién invade su territorio, produciéndole ganas de orinar todo el día. ¿Quién viene a levantar las tapas de las cazuelas en la cocina, cosa que ella no soporta? Puede que sea su marido quien esté invadiendo su territorio, en contra de la voluntad de ella. Se trata de una reacción arquetípica, expresada biológicamente por el cuerpo y en el cuerpo.

Extracto del libro Descodificación biológica Christian Fléche
@Cjrt

EGO ROTO

- ¡Una ayuda para comer, una ayuda para comer! – gritaba aquel hombre mayor extendiendo su mano a cuantas personas hubiesen en el metro, su tono no era de petición, ni de humildad, ni siquiera de prepotencia, era más bien lineal como quien da una información.
Lo vi pasar por mi lado y alejarse entre la filas de vagones continuos del metro de la gran capital.
Aquel hombre despertó en mí una sensación de incomodidad, de tristeza, de compasión, muchas emociones que sería incapaz de descifrar. Muchas veces había estado yo sin una moneda en el bolsillo, y cuantas personas en ese momento estarían en la misma situación ¿qué sentiría aquel hombre por dentro?
 Muchas personas lo miraban con menosprecio, otras con cara de indiferencia, continuaban su conversación como si no hubiesen visto nada. Otras reflejaban en el rostro no solamente el menosprecio sino la indignación de que fueran capaces de pedir.
Cuando recién llegué a España escuché a muchas personas bien acomodadas, que ganaban en ese entonces mucho dinero decir cuando veían pasar a jóvenes pedir: “está pidiendo, en vez de ir a vender la Farola”  aquel periódico pequeño que se vendía y que desconozco si salió de circulación. La frase venía acompañada de ironía, de prepotencia, de quien juzga porque asegura conocer la vida de la persona que pide.
Aunque no muchos han estado al borde de pedir para comer, sí que muchos hemos estado en situación crítica de tener que pedir dinero prestado y estar al borde de la desesperación, aún teniendo contactos, aún teniendo amigos y familia.
¿Qué lleva a una persona a pedir en un momento determinado de su vida en la calle,  más que la desesperación de no tener?
Ese momento en que, a solas en su casa decide salir y dice: “no puedo más,  tengo que salir a pedir” ese momento en que rompe sus valores, sus principios, su orgullo, su amor propio.
Es un momento en que el EGO queda roto en mil pedazos, para dar paso a la humildad de rendirte y decir “no puedo más, necesito pedir, no tengo otra alternativa”.
Dinero, comida, ayuda. Lo que sea. Nadie quiere pedir, los seres humanos queremos todos valernos por nosotros mismos, ser fuertes, capaces, pero hay oportunidades en que simplemente “no puedes”.
Por ello,  si vez a una persona pedir en la calle, no la mires con menosprecio, no la ignores, quizás sea un reflejo de ti mismo en un momento determinado de tu vida en una situación distinta. Porque, no te hace mejor persona pedir un préstamo de  10.000 euros,  que pedir unas monedas en el metro, estas pidiendo porque lo necesitas. 
A veces somos mendigos de amor, de afecto, de atención, de trabajo...
Cuando veas una persona pedir, no digo que le des a todos los que piden, te arruinarías en el momento. Pero si  cuando te salga del alma,  con compasión,  con amor.
Y si un familiar te pide prestado, es porque necesita, porque no tiene. Piensa que para esa persona, el pedir,  es romper sus principios y sus valores, es reconocer que no tiene, y eso amigo mío, es algo que duele en cualquier ser humano.
Ahora bien, también es verdad que existen personas que piden por vicio, pero seguro que a esos los reconoces.
No te atrevas a juzgar a los que piden en la calle, nunca sabes el calvario que llevan dentro, no te hace mejor persona tener, y mirarlos por encima del hombro.
La compasión no se compra y quizás esos pocos céntimos sirvan para completar 2 euros y poder comprar un paquete de espaguetis, una barra de pan y huevos...  ¡Gran comida para los que no tienen!
¡Gracias a todos aquellos que me han ayudado en algún momento de mi vida con una sonrisa!
¡Gracias por los que me ayudaron aun cuando su cara era de desaprobación, me hicieron más fuerte rompiendo mi Ego!
El Universo te regresa todo aquello que das, con alegría y triplicado. 
Recuerda que no es solamente dinero lo que puedes dar, es alegría, una palabra de aliento, un apoyo, un te quiero, un beso, un abrazo…la compasión misma en su mayor expresión.
©Cjrt

¡VAMOS LEVANTA!

¿QUÉ HACES? Si acabas de caer.. . levántate ¿Qué haces en el suelo lamentándote, esperando que otros te ayuden, esperando que te consuel...